Era muy sencillo: tenía sólo dos columnas de capiteles
corintios, remataba en frontón triangular y, cobijaba, aparte de la
imagen de San Pedro, otras dos efigies, una de la Virgen del Rosario y
otra de San Antonio. Se realizó en 1764, año en el que se le pagaba a
Gregorio Durán los 334 reales del retablo y la imagen de San Pedro, que
posiblemente es la que todavía permanece en la iglesia. El retablo se
pintó y doró en 1806. En la década de los sesenta del siglo pasado se picaron todas las paredes de la iglesia y se quitó el retablo al instalar el nuevo altar de cara a los feligreses. Las imágenes de la virgen y de San Antonio parece ser que se vendieron, manteniéndose la de San Pedro, titular de la parroquia.
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